domingo, 10 de febrero de 2013

Hacia una Sociedad Verde

“Todo tiene su costo. El calentamiento atmosférico es una manifestación del crecimiento económico y demográfico. Es el costo que pagamos, el impuesto. Y la curva va en ascenso”, dijo en forma categórica Otto Solbrig, catedrático de Harvard cuando disertó mediante videoconferencia desde EE.UU. en el marco del XX Congreso de Aapresid, el año pasado en el Salón Metropolitano de la ciudad de Rosario (Argentina).

Y realmente ese alto costo nos dejó la Sociedad Industrial y la Post-Industrial, sin medir nunca las consecuencias, en pos de una evolución desenfrenada y en la búsqueda de un confort a cambio de destruir el medio ambiente.

Muchos intentos se hacen actualmente, por parte de algunas naciones, de empresas, de organizaciones no gubernamentales, pero parece que no es suficiente. Inclusive muchas multinacionales han visto todo este tema de proteger al medio ambiente no como algo de ayudar a preservar, sino como un gran negocio.

Ahora bien, para poder diseñar mecanismos que sean eficientes, se necesita evaluar en cada país el costo que produce aumentar las tecnologías de energías renovables. Los países llamados en desarrollo necesitan indudablemente apoyo financiero para poder implementar estas tecnologías de baja emisión de carbono. El propio Fondo Climático Verde puede colaborar a cubrir tales esfuerzos.

Un ejemplo a observar puede ser datos que existen en implementar energía solar fotovoltaica y eólica, en Brasil, Egipto, India, Kenia, Nicaragua y Tailandia. Un estudio mostró la variación entre estos países, pues los costos oscilaban desde 56 euros por megavatios/hora en Kenia a más de 100 euros en Tailandia. Y esto es debido a la existencia de buenos sitios para la producción de energía eólica, expresa el estudio.

Observemos un ejemplo del primer mundo, pero que bien puede ser aplicado en países en desarrollo mediante apoyo financiero y sobre todo actitud de los gobernantes. Japón inmerso en una crisis energética en 2011, monta un sistema de energía solar de última generación, es como si fuera un conjunto de pétalos de flores de metal, el cual fue construido para resolver la falta de potencia critica que Japón había comenzado a enfrentar.

Cuando sucedió el gran desastre de la usina Daiichi Fukushima, reabrió un debate mundial sobre la seguridad de la energía nuclear e hizo que Japón repensara su estrategia de energía.

Debido al mantenimiento de sus reactores nucleares, como también al cierre de algunos, Japón debía compensar una pérdida del 30% en la generación de energía, ahí aparece la Solar Techno Park, el primer centro de pesquisa de energía solar, la cual no es operada por el gobierno, si por la JFE, la cual es la quinta mayor siderúrgica del mundo, que tiene sede en Tokio.

En octubre del 2012 se abrió la instalación, que desenvuelve una tecnología avanzada en la luz solar y la generación de energía térmica, la cual se pretende no solo aplicar en Japón, sino que también en el exterior.

Localizada en la costa industrial de la ciudad de Yokohama, la Solar Techno Park alcanzó en el año 2012 la producción combinada de 40 a 60 kilowatts. El HyperHelios es el instrumento más notable de esta instalación, es un sistema fotovoltaico que consiste en líneas de heliostats con espejos, ochenta de ellos tienen espejos circulares que utilizan sensores de rastreo para acompañar al sol, mientras otro tiene siete espejos planos cuadrados con movimiento programado, además de una torre receptora.

Lógicamente esta es una inversión que no cualquier país puede realizar, pero existiendo sobre todo actitud, no intereses financieros y económicos, no engañar al mercado con falsas inversiones en energías limpias, con apoyo financiero a países no desarrollados, se puede entonces de una buena vez entrar en una nueva sociedad, la que llamamos la Sociedad Verde, para ir paliando el daño causado al medio ambiente, y comenzar a reconstruir un nuevo mundo.

Fuente: National Geographic

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