La obsolescencia programada o también llamada obsolescencia planificada tiene su origen en el año 1932, y consiste en planificar o programar el fin de la vida útil de un producto o servicio, tras ese período de tiempo que fue calculado por el fabricante o por la empresa que realiza los servicios, el producto o servicio se torna obsoleto, pasa a ser no funcional, o inútil o inservible.
El término de obsolescencia programada fue popularizado por Brooks Stevens en el año 1954 cuando en una conferencia en Minneapolis utilizó este término como título de su charla.
Esta obsolescencia programada es utilizada en muchos productos, pero logicamente se corre el riesgo de que exista una reacción adversa por parte del consumidor si descubre la planificación del fabricante, y sobre todo si este invirtió en diseño para que su producto tenga un fin obsoleto más rápido.
Realmente la obsolescencia programada es uno de los principales motores de la sociedad de consumo, la cual nace practicamente con la producción en masa.
Cuando una economía esta basada en el crecimiento continuo, los productos o servicios se diseñan de tal modo que sean sustituidos en un corto periodo. Hay quienes aseguran que fue en los años 20 cuando los fabricantes decidieron formar grupos para acortar la vida de los productos y así de esa manera aumentar las ventas. Incluso en aquella epoca Bernard London, inversor inmobiliario, solicito que la obsolescencia programada fuera obligatoria.
Ciertamente toda esta planificación de la producción trae aparejada mucha basura y los recursos naturales y las materias se convierten en chatarra con este sistema de producción más rápido.
Fue en la navidad del año 1924 que se crea el primer cartel de fabricantes de bombillas o lamparitas de luz, llamado Phoebus, cuyo principal objetivo era controlar el tiempo que duraban.
Se llego a crear un Comite de las 1.000 horas, en el cual estaban empresas tan importantes como Philips y Teka, para que técnicamente ninguna lámparilla superara esa duración.
Como anécdota agregamos que en un parque de bomberos de la ciudad de Livermore (California) se descubrió la bombilla más antigua del mundo, que funciona desde el año 1901.
Con el paso de los años las técnicas de obsolescencia programada se han ido sofisticando, y como ejemplo podemos hablar de los celulares, cuando a través de la publicidad incitan a comprar uno que tiene más prestaciones y un diseño más moderno, a pesar del que ya tenemos funciona sin ningún problema, pero preferimos comprar el nuevo.
Sin duda alguna la obsolescencia programada ha creado mucha riqueza, puestos de trabajo, pero el gran problema radica en los recursos,estos son muy limitados. Tal vez haya que replantear el concepto de riqueza que se tiene en el mundo occidental, pues siempre estuvo vinculado a la riqueza de objetos y al consumo, y se gasta enormemente el tiempo libre en los centros comerciales. Hay que cambiar el concepto actual de COMPRAR, TIRAR. COMPRAR.
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