lunes, 10 de agosto de 2009

EL ROMANCE del ANALISTA y el USUARIO

La tecnología no es tan fría como parece, y sí así lo fuera debemos ponerle un poco de sentimiento en lo que hacemos. Cada vez que desarrollamos una aplicación pasa a ser una parte nuestra, y es porque ponemos sentimiento, pasión en lo que hacemos, y cuando esa aplicación es utilizada y logra los resultados deseados, nos sentimos verdaderamente reconfortados.

Ahora bien, como somos humanos, en todo lo que hacemos siempre están presentes los sentimientos, no pueden estar ajenos, y cuando comienza la relación analista/usuarios entonces, es como el inicio de un verdadero romance.

Como todo romance tiene una primera etapa de conocerse mutuamente, el analista recibe del usuario el conocimiento de sus tareas diarias que desea sean informatizadas, y al principio todo es flores, todo en el deseo de alcanzar los objetivos trazados. El usuario ve con mucha alegría que van a ser solucionados sus problemas, se ilusiona, entonces todo se va desarrollando de acuerdo a lo esperado.

Pero muchas veces hay ideas, necesidades, que no son bien interpretadas; el usuario no expresó bien lo que necesitaba, o el analista no lo entendió como debía ser. Aparecen pequeños tropiezos, como en toda relación, pero sin llegar a entorpecer en demasía la marcha del proyecto.

El analista en muchas ocasiones debe ser más sicólogo que informático para poder extraer del usuario todas las necesidades que tiene y muchas veces no sabe expresarlas, hasta me animaría a decir que también debe tener algo de adivino para desentrañar lo que tal vez el usuario necesita y ni se le ocurre pensar. El analista hasta debe estar algunos pasos adelante del pensamiento del usuario.

Pero también el analista debe bajar algún escalón en su lenguaje cuando expresa sus ideas y soluciones al usuario, no siendo tan técnico y muchas veces no entendible por su interlocutor. Lo mismo que en un romance cuando se utilizan tantas frases metafóricas se pierde el romanticismo.

Pasada la etapa del análisis y diseño, o sea la etapa de conocerse mutuamente, viene entonces la implementación, más bien diríamos el consolidar la relación. Ya se conocieron, intercambiaron ideas, pensamientos, deseos y las necesidades más imprescindibles para que el proyecto pueda realizarse a pleno.

Como bien sabemos luego de la implementación pueden surgir modificaciones pero que no tienen porque alterar al proyecto.

El romance analista/usuario continua, y en muchas ocasiones existe un agradecimiento eterno por parte del usuario hacia el analista por haberle simplificado y optimizado su trabajo. Y lógicamente esto reconforta y hace que la relación sea positiva y duradera.

En otras ocasiones el analista debe ser contemplativo y muy cauto cuando surge algún problema que tiene el usuario, sobre todo cuando este se equivoca en alguna operativa y esgrime la famosa frase "el sistema no funciona". Pobre sistema, muchas veces lleva la culpa sin tenerla en lo más mínimo, pero nos duele esa expresión pues el sistema es nuestra creación, y ahí es que surgen nuevamente los sentimientos.

Sicólogo, adivino, cauto, son aditivos que debemos agregar al conocimiento técnico y hacer de ese romance con el usuario larga y provechosa, y no terminar en una ruptura de la relación que nos perjudicaría profesionalmente.

Y como un verdadero romance debemos amar lo que hacemos y estar eternamente enamorados de la profesión.

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