La Economía Verde no tiene una tendencia política, y puede ser controlada tanto por el estado, como también ser una economía controlada por el mercado, pero siempre teniendo como objetivo principal alcanzar el desarrollo sostenible.
La Economía Verde debe tener principalmente una política de Compras Públicas Verdes, con medidas compulsivas, basadas en normativas que apoyen y establezcan el uso de etiquetas ecológicas, por dar un ejemplo.
El aplicar consideraciones ambientales en la economía, ofrece recompensas concretas y considerables, a pesar que muchos creen que la sostenibilidad ambiental tan solo se alcanza con el progreso económico. El enverdecer la economía no frena en nada la creación de riqueza, como tampoco las oportunidades laborales, pues la Economía Verde no es solamente un lujo de los países del primer mundo, ya existen muchas muestras de transición hacia lo verde en países en desarrollo.
Pero la transición hacia una Economía Verde se realiza mediante normativas, políticas, subsidios e incentivos nacionales, sin dejar de lado la infraestructura jurídica, los protocolos comerciales y muy importante el mercado internacional.
Dentro de una Economía Verde se debe invertir en energías renovables, en la eficiencia energética, en la agricultura sostenible, en el transporte público, en la protección de los ecosistemas, como también en la conservación del suelo y del agua.
La crisis financiera del año 2008 da el puntapié inicial a los gobiernos sobre el tema de alternativas más saludables en materia económica. La Economía Verde prevé el desarrollo socioeconómico-ambiental basado en tres pilares:
- Inversión en tecnologías de bajo carbono con la búsqueda de la eficiencia energética.
- Generación de empleos con capacitación profesional de calidad.
- Fomentar mercados consumidores a partir de la adopción de estas soluciones y conversión de equipos obsoletos.
Los padrones de eficiencia energética e incentivar consumo de tecnologías verdes debe ser una estrategia de Estado.
Es bueno hacer referencia a algunos números que las Naciones Unidas a través del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) nos muestra;
- Las ciudades acaparan el 75% del consumo energético y son responsables del 75% de las emisiones de carbono.
- Cerca del 50% de la población mundial vive en una economía emergente.
- Más de 884 millones de personas carecen de acceso a agua potable limpia.
- 2.600 millones de personas carecen de acceso a servicios de saneamiento adecuados.
- 1.4 millones de niños menores de 5 años mueren cada año por no tener agua limpia, ni servicios de saneamiento adecuados.
Se debe identificar y utilizar indicadores apropiados ya sea a nivel macroeconómico, como sectorial, para poder medir lo que se desea administrar.
La actividad económica se basa fundamentalmente en la depreciación del capital natural, ocasionando el agotamiento de los recursos naturales o la degradación de la capacidad de los ecosistemas. Podría adoptarse, como bien dice el PNUMA, la Contabilidad Verde, para preparar el terreno hacia una transición a la Economía Verde, pues la alteración de las reservas de capital natural debería evaluarse en términos monetarios y ser incorporada a las cuentas nacionales.
Está comprobado que sí se invierte en una Economía Verde, se mejora el rendimiento económico, se mejoran las reservas de recursos renovables y se reducen los riesgos ambientales.
Como dato que nos debe poner en alerta, se prevé que para el año 2030 el desequilibrio entre la demanda anual y el suministro renovable del agua dulce será aún mayor.
A través de la Economía Verde se debe de una buena vez abolir la economía marrón, la cual para generar riquezas no abordaba en ningún momento problemas como la marginación social o el agotamiento de los recursos.
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